En equitación, el jinete y su caballo no sólo forman un equipo de trabajo perfectamente coordinado, sino que conforman una unidad casi simbiótica e indivisible, en special cuando cierta práctica de equitación, como una carrera de velocidad, está en pleno desarrollo. ¿Cómo se logra esa unidad, esa profunda identificación cabalo – jinete?Grandes volúmenes se han escrito sobre la importancia del entrenamiento del jinete. Pero muchos olvidan que, si de equitación se trata, éste no es el único protagonista de la escena: el caballo juega un papel fundamental en esta hermosa actividad, y su entrenamiento debe ser tan esmerado y cuidadoso como el de su jinete. De la misma manera en que un entrenador personal desarrolla rutinas para que su entrenado realice una práctica saludable de su deporte, evita sus excesos y supervisa su desarrollo técnico, un entrenador de caballos sigue un ordenado programa de entrenamiento con cierta carga semanal de horas, controla en todo momento el estado físico del caballo, y le proporciona alimentos balanceados. ¿Cómo no hacerlo si, después de todo, el caballo es el protagonista? Sin él, no hay carrera ni equitación posible. Sin embargo, el tipo de entrenamiento dependerá de la finalidad con la que se prepare el animal.
No es lo mismo entrenar un caballo de salto, de carreras en el disco, de doma, de raids a campo traviesa, o simplemente de paseo para el fin de semana. Como los seres humanos, los caballos son sensibles a las demandas de su jinete y es necesario desarrollar su aparato locomotor de la mejor manera para cada una de estas actividades. Esto minimiza el riesgo de lesionar el animal, le ayuda a superar conductas de potencial riesgo para el ser humano, y previene algunos trastornos derivados de la falta de entrenamiento. El caballo es un ser inteligente, un animal noble de un espíritu curioso e independiente. El entrenador debe tener en cuentas estas características para obtener lo mejor del animal, y de hecho, los buenos entrenadores las respetan porque saben que esto es así. En cierta medida, el buen entrenador sabe que debe ser a la vez firme y amistoso con el animal, y conoce los elementos básicos de su anatomía y fisiología, los principios del entrenamiento equino, y el tipo de ejercitación más conveniente para cada tipo de caballo y de deporte ecuestre.
El caballo, como cualquier otro animal, dispone de un repertorio de actitudes características, que le sirven para comunicarse con sus congéneres.Sin lugar a dudas, conocer algunas de éstas actitudes nos será de enorme ayuda a para comprenderlos y para anticipar sus comportamientos.Estas son algunas de sus actitudes físicas más características:
Colocar la cola entre las ancas: claro síntoma de miedo. El caballo se dispone a defenderse.
Patear el suelo: el caballo está irritado.
Descubrir los dientes: nos previene de que va a atacar.
En el momento de la comida, los caballos tratarán de intimidarse para conseguir más comida. El caballo dominante girará las ancas hacia el otro, inclinando las orejas; en ese momento el caballo dominado deberá alejarse, dando síntomas de su sumisión. Si no actúa de esa forma, la pelea será segura. Por ello es conveniente no atar demasiado cerca de los caballos que no se conocen en el momento de la comida.
Si el caballo diese muestras de querer patear, debemos desconfiar y nunca no dejaremos intimidar ya que de inmediato percibirá su poder y se sentirá más fuerte.
sábado, 31 de enero de 2009
sábado, 13 de septiembre de 2008
Posición del jinete
La base de toda equitacion es la habilidad del jinete de sentarse en la silla en la posición clásica correcta y mantener esta posición con un mínimo de tensión en todas las circunstancias. La palabra clásica no es usada de modo pedante, sino que se refiere a una posición que se ha convertido en clásica ya que ha subsistido a lo largo de los siglos como el modo mas practico de montar a caballo.
El objetivo es que el jinete coloque la mayor parte de su peso de modo que al caballo le sea mas fácil llevarlo, esto es justo detrás de la cruz, cerca del centro de gravedad del caballo. Al adoptar una posición erguida, el jinete puede permanecer en equilibrio con el caballo y esto es esencial que todo jinete serio trate de lograr un asiento clásico hasta convertirlo en algo instintivo.
La posición descripta con detalle en los párrafos siguientes es la que debe adoptarse para montar en el picadero. Además de ser la posición en la que el jinete puede influir mejor sobre el caballo, es también la más elegante. El jinete esta sentado en la parte mas profunda de la montura, con su peso distribuido por igual sobre ambos ísquiones y sostenido por el asiento, los muslos y los pies, estos últimos descansados sobre los estribos pesando lo justo para mantenerlos en su lugar. El centro de gravedad del jinete se halla próximo al del caballo, es decir detrás de la cruz. Debe haber un mínimo de tensión física y mental para lograr mantener la posición correcta.
La intensidad del tono muscular debe oscilar entre la relajación extrema y tensión.
Vista de lado
Cabeza. El jinete mira en la dirección en la que va, y si necesesita mirar hacia abajo lo hará sin bajar la cabeza. La cabeza no debe inclinarse hacia atrás, ni hacia abajo, y la mandíbula no debe mantenerse rígida,
Hombros. Deben estar caídos y bien hacia atrás, sin rigidez. Esto se logra mayormente sacando el pecho en ves de cuadrar los hombros.
Espalda. El cuerpo se mantiene erguido, con la espalda recta pero flexible, no debe volcarse hacia atrás y arquearse hacia delante, sino mantener la curvatura natural de la columna vertebral.
Cintura. No se debe doblar hacia (asiento volcado), ni hacia delante (asiento adelantado), ni lateralmente(cadera doblada).
Caderas. Deben tensarse ligeramente hacia delante, con la pelvis erguida, de modo que las costuras laterales del pantalón queden rectas y en ángulo recto con el dorso del caballo.
Piernas. Los muslos deben estar planos contra la montura, el tono muscular debe ser mínimo, con la tensión en muslo, cadera y toda la pierna. La rodilla y la punta del pie miran hacia delante para facilitar quede sentado profundo en la silla. La articulación de la rodilla no debe estar forzada contra la montura sino relajada, de modo que la pantorrilla cuelgue con naturalidad, suavemente pegada al cuerpo del caballo. Las piernas deben tener el tono muscular adecuado para mantener un contacto constante con el caballo.
Pies. La parte mas ancha del pie descansa sobre el estribo, solo pesando lo justo para mantener los estribos calzados. Los estribos deben quedar nivelados sin pesar mas sobre el lado interior o exterior, el talón ligeramente mas bajo que la punta del pie, y manteniendo la articulación del tobillo flexible.
Brazos y manos. La parte superior del brazo debe colgar de manera relajada, sin quedar por detrás de la vertical. Las articulaciones de hombros y codos deben estar flexibles, para permitir que las manos sigan el movimiento de la cabeza del caballo. Debe haber un mínimo de tensión en el antebrazo y en la mano, con una línea recta desde el codo pasando por la mano del jinete, hasta la boca del caballo. Visto desde afuera debe formarse una línea recta sobre la parte exterior del antebrazo, la parte exterior del puño a lo largo de las riendas hasta la boca del caballo. Los pulgares deben formar la parte superior del puño. Las riendas son tomadas con la base de los dedos, y salen por encima del índice donde el pulgar la sujeta suavemente. Los dedos deben estar cerrados pero no apretados.
El objetivo es que el jinete coloque la mayor parte de su peso de modo que al caballo le sea mas fácil llevarlo, esto es justo detrás de la cruz, cerca del centro de gravedad del caballo. Al adoptar una posición erguida, el jinete puede permanecer en equilibrio con el caballo y esto es esencial que todo jinete serio trate de lograr un asiento clásico hasta convertirlo en algo instintivo.
La posición descripta con detalle en los párrafos siguientes es la que debe adoptarse para montar en el picadero. Además de ser la posición en la que el jinete puede influir mejor sobre el caballo, es también la más elegante. El jinete esta sentado en la parte mas profunda de la montura, con su peso distribuido por igual sobre ambos ísquiones y sostenido por el asiento, los muslos y los pies, estos últimos descansados sobre los estribos pesando lo justo para mantenerlos en su lugar. El centro de gravedad del jinete se halla próximo al del caballo, es decir detrás de la cruz. Debe haber un mínimo de tensión física y mental para lograr mantener la posición correcta.
La intensidad del tono muscular debe oscilar entre la relajación extrema y tensión.
Vista de lado
Cabeza. El jinete mira en la dirección en la que va, y si necesesita mirar hacia abajo lo hará sin bajar la cabeza. La cabeza no debe inclinarse hacia atrás, ni hacia abajo, y la mandíbula no debe mantenerse rígida,
Hombros. Deben estar caídos y bien hacia atrás, sin rigidez. Esto se logra mayormente sacando el pecho en ves de cuadrar los hombros.
Espalda. El cuerpo se mantiene erguido, con la espalda recta pero flexible, no debe volcarse hacia atrás y arquearse hacia delante, sino mantener la curvatura natural de la columna vertebral.
Cintura. No se debe doblar hacia (asiento volcado), ni hacia delante (asiento adelantado), ni lateralmente(cadera doblada).
Caderas. Deben tensarse ligeramente hacia delante, con la pelvis erguida, de modo que las costuras laterales del pantalón queden rectas y en ángulo recto con el dorso del caballo.
Piernas. Los muslos deben estar planos contra la montura, el tono muscular debe ser mínimo, con la tensión en muslo, cadera y toda la pierna. La rodilla y la punta del pie miran hacia delante para facilitar quede sentado profundo en la silla. La articulación de la rodilla no debe estar forzada contra la montura sino relajada, de modo que la pantorrilla cuelgue con naturalidad, suavemente pegada al cuerpo del caballo. Las piernas deben tener el tono muscular adecuado para mantener un contacto constante con el caballo.
Pies. La parte mas ancha del pie descansa sobre el estribo, solo pesando lo justo para mantener los estribos calzados. Los estribos deben quedar nivelados sin pesar mas sobre el lado interior o exterior, el talón ligeramente mas bajo que la punta del pie, y manteniendo la articulación del tobillo flexible.
Brazos y manos. La parte superior del brazo debe colgar de manera relajada, sin quedar por detrás de la vertical. Las articulaciones de hombros y codos deben estar flexibles, para permitir que las manos sigan el movimiento de la cabeza del caballo. Debe haber un mínimo de tensión en el antebrazo y en la mano, con una línea recta desde el codo pasando por la mano del jinete, hasta la boca del caballo. Visto desde afuera debe formarse una línea recta sobre la parte exterior del antebrazo, la parte exterior del puño a lo largo de las riendas hasta la boca del caballo. Los pulgares deben formar la parte superior del puño. Las riendas son tomadas con la base de los dedos, y salen por encima del índice donde el pulgar la sujeta suavemente. Los dedos deben estar cerrados pero no apretados.
martes, 12 de agosto de 2008
Caballos
El caballo doméstico fue introducido en Babilonia hacia el año 2000 a.C., y en Egipto, los hicsos, que procedían del noreste de Siria, lo introdujeron 300 años más tarde. Estos caballos fueron los antecesores de la raza árabe de Oriente Próximo y del norte de África. Se cree que en Europa se domesticó también otra raza de caballos, pero era de constitución más robusta y de movimientos más lentos: se consideran los antepasados de los caballos de tiro modernos (utilizados sobre todo en agricultura). Por otro lado, algunos especialistas creen que una raza de las islas Británicas fue la que después dio lugar a diversas razas de ponis modernos.
En gran parte de Europa y hasta el siglo XVII el caballo se utilizó sobre todo como montura para campañas militares y como animal de carga. Al mismo tiempo, el mundo árabe había criado una raza de caballo más pequeño pero muy rápido, que luego sería introducido en España después de su conquista por los árabes en el siglo VIII. Los caballos españoles adquirieron enorme fama debido tanto a su rapidez como a su resistencia, y ya en el siglo XII se exportaron muchos a otros países de Europa. Es curioso, sin embargo, que la cría caballar no fuera sistemática hasta finales del siglo XVII, cuando se llevaron machos árabes a Francia y a Inglaterra para cruzarlos con yeguas originarias de estos países.
Los conquistadores españoles introdujeron el primer caballo doméstico en América durante el siglo XVI, que era de raza árabe. Se cree que tanto Hernán Cortés (conquistador de México), como Hernando de Soto (descubridor del río Mississippi), perdieron algunos de sus caballos durante sus expediciones; éstos podrían ser los progenitores primitivos de las manadas que hoy viven en el oeste de Norteamérica. Los colonizadores ingleses, sobre todo los que se establecieron en el estado de Virginia (Estados Unidos), también introdujeron caballos cuando llegaron al continente americano.
A lo largo de los últimos 300 años los criadores de caballos han llevado a cabo una labor de mejora de varias razas, así como el desarrollo de otras para que sirvieran a una finalidad determinada. El resultado de todo ello ha sido la aparición de nuevas razas como el caballo de monta, apto para la carrera; el caballo de caza, utilizado por su resistencia; el caballo de tiro, apropiado para soportar pesos grandes, y determinados ponis, que se emplean en el juego del polo por su facilidad de adiestramiento y su rapidez.
El caballo de raza árabe se suele clasificar en tres variedades distintas. El caballo turco que procede de la parte europea de Turquía y de Asia Menor, el árabe que procede de la región comprendida entre Damasco y el río Éufrates y, por último, el caballo de Berbería, en el norte de África. Los caballos árabes, en comparación con el resto, son animales pequeños: miden entre 1,4 y 1,5 m a la altura de la cruz. La altura de un caballo se suele medir en manos; una mano (se considera el ancho de la mano humana) equivale a 10 cm de longitud. Los caballos árabes se caracterizan por su notable resistencia y por la velocidad que alcanzan al galope. Todos los caballos de monta derivan en su gran mayoría del contingente árabe.
Los caballos pura sangre son, estrictamente, los que pertenecen a un linaje puro, que procede de una línea que sólo se ha cruzado con caballos que mantienen el estándar de la raza. No obstante, existe otra acepción de pura sangre, acuñada por los criadores de caballos, que califica a los caballos fruto del cruce entre yeguas inglesas y tres razas distintas de machos: una de tipo turco, otra de tipo árabe y otra del norte de África; estos caballos aparecieron a principios del siglo XVIII. En su uso común, el término pura sangre tiene una connotación de exaltación de las buenas cualidades de la raza. Desde el punto de vista biológico los caballos de monta deben considerarse más como un tipo especial de caballo que como una raza diferente. Los caballos de monta pesan menos que los de tiro. Hay numerosas asociaciones creadas en torno al mundo del caballo, pues las actividades y deportes ecuestres han alcanzado gran popularidad.
Entre las diversas razas de caballos de tiro son dignos de mención el caballo belga, el Shire, el Clydesdale y el percherón. El primero es uno de los caballos más grandes que existen, el segundo es un caballo inglés y ambos tipos son el resultado de mejoras de los caballos originarios de Bélgica y de Inglaterra. El Clydesdale es un caballo más pequeño que los anteriores y se obtuvo en Escocia mediante el cruce de sus caballos con las razas de caballos belgas y Shire. Por último, el caballo percherón, originario del antiguo distrito de Le Perche, en el noroeste de Francia, se consiguió cruzando caballos árabes con la antigua raza flamenca, de la cual el caballo belga es su representante moderno.
En gran parte de Europa y hasta el siglo XVII el caballo se utilizó sobre todo como montura para campañas militares y como animal de carga. Al mismo tiempo, el mundo árabe había criado una raza de caballo más pequeño pero muy rápido, que luego sería introducido en España después de su conquista por los árabes en el siglo VIII. Los caballos españoles adquirieron enorme fama debido tanto a su rapidez como a su resistencia, y ya en el siglo XII se exportaron muchos a otros países de Europa. Es curioso, sin embargo, que la cría caballar no fuera sistemática hasta finales del siglo XVII, cuando se llevaron machos árabes a Francia y a Inglaterra para cruzarlos con yeguas originarias de estos países.
Los conquistadores españoles introdujeron el primer caballo doméstico en América durante el siglo XVI, que era de raza árabe. Se cree que tanto Hernán Cortés (conquistador de México), como Hernando de Soto (descubridor del río Mississippi), perdieron algunos de sus caballos durante sus expediciones; éstos podrían ser los progenitores primitivos de las manadas que hoy viven en el oeste de Norteamérica. Los colonizadores ingleses, sobre todo los que se establecieron en el estado de Virginia (Estados Unidos), también introdujeron caballos cuando llegaron al continente americano.
A lo largo de los últimos 300 años los criadores de caballos han llevado a cabo una labor de mejora de varias razas, así como el desarrollo de otras para que sirvieran a una finalidad determinada. El resultado de todo ello ha sido la aparición de nuevas razas como el caballo de monta, apto para la carrera; el caballo de caza, utilizado por su resistencia; el caballo de tiro, apropiado para soportar pesos grandes, y determinados ponis, que se emplean en el juego del polo por su facilidad de adiestramiento y su rapidez.
El caballo de raza árabe se suele clasificar en tres variedades distintas. El caballo turco que procede de la parte europea de Turquía y de Asia Menor, el árabe que procede de la región comprendida entre Damasco y el río Éufrates y, por último, el caballo de Berbería, en el norte de África. Los caballos árabes, en comparación con el resto, son animales pequeños: miden entre 1,4 y 1,5 m a la altura de la cruz. La altura de un caballo se suele medir en manos; una mano (se considera el ancho de la mano humana) equivale a 10 cm de longitud. Los caballos árabes se caracterizan por su notable resistencia y por la velocidad que alcanzan al galope. Todos los caballos de monta derivan en su gran mayoría del contingente árabe.
Los caballos pura sangre son, estrictamente, los que pertenecen a un linaje puro, que procede de una línea que sólo se ha cruzado con caballos que mantienen el estándar de la raza. No obstante, existe otra acepción de pura sangre, acuñada por los criadores de caballos, que califica a los caballos fruto del cruce entre yeguas inglesas y tres razas distintas de machos: una de tipo turco, otra de tipo árabe y otra del norte de África; estos caballos aparecieron a principios del siglo XVIII. En su uso común, el término pura sangre tiene una connotación de exaltación de las buenas cualidades de la raza. Desde el punto de vista biológico los caballos de monta deben considerarse más como un tipo especial de caballo que como una raza diferente. Los caballos de monta pesan menos que los de tiro. Hay numerosas asociaciones creadas en torno al mundo del caballo, pues las actividades y deportes ecuestres han alcanzado gran popularidad.
Entre las diversas razas de caballos de tiro son dignos de mención el caballo belga, el Shire, el Clydesdale y el percherón. El primero es uno de los caballos más grandes que existen, el segundo es un caballo inglés y ambos tipos son el resultado de mejoras de los caballos originarios de Bélgica y de Inglaterra. El Clydesdale es un caballo más pequeño que los anteriores y se obtuvo en Escocia mediante el cruce de sus caballos con las razas de caballos belgas y Shire. Por último, el caballo percherón, originario del antiguo distrito de Le Perche, en el noroeste de Francia, se consiguió cruzando caballos árabes con la antigua raza flamenca, de la cual el caballo belga es su representante moderno.
Caballos de tiro: pesan más de 630 kg; estos caballos se criaban para conducir a los caballeros en las batallas con cargas completas de armas. Los caballos pesados se desarrollaron originalmente a partir de los tipos salvajes que se encontraban en Europa. Posteriormente fueron muy importantes para los trabajos de tracción en las granjas y para mover cargas o fletes pesados en las ciudades. En la actualidad están casi totalmente reemplazados por máquinas inventadas por el ser humano.
Caballos ligeros: pesan de 405 a 630 kg; son conocidos como caballos de “sangre caliente” debido probablemente a su temperamento brioso. Se piensa que todos los caballos ligeros descienden en gran parte de los tipos antiguos asiáticos y medio-orientales, domesticados hace mucho tiempo, tal vez desde el año 3000 a.C. Muchas razas de caballos ligeros se originaron desde entonces, y dependiendo de su tipo se agrupan de modo arbitrario en aquellos que son criados por su velocidad, para manejar el ganado, para monta o equitación y los que se usan con arneses.
Ponis: en general miden desde 1.10 hasta 1.40 metros de altura y pesan menos de 405 kg; sin embargo, existe una gran variación en el tamaño de los ponis, lo que impide establecer una distinción marcada entre los ponis y los caballos. Son útiles principalmente como montura para niños, aunque también se exhiben en espectáculos ecuestres.
Caballos ligeros: pesan de 405 a 630 kg; son conocidos como caballos de “sangre caliente” debido probablemente a su temperamento brioso. Se piensa que todos los caballos ligeros descienden en gran parte de los tipos antiguos asiáticos y medio-orientales, domesticados hace mucho tiempo, tal vez desde el año 3000 a.C. Muchas razas de caballos ligeros se originaron desde entonces, y dependiendo de su tipo se agrupan de modo arbitrario en aquellos que son criados por su velocidad, para manejar el ganado, para monta o equitación y los que se usan con arneses.
Ponis: en general miden desde 1.10 hasta 1.40 metros de altura y pesan menos de 405 kg; sin embargo, existe una gran variación en el tamaño de los ponis, lo que impide establecer una distinción marcada entre los ponis y los caballos. Son útiles principalmente como montura para niños, aunque también se exhiben en espectáculos ecuestres.
Tipo de alimentacion:
El aparato digestivo de los caballos les permite realizar la fermentación de su alimento en el intestino grueso, para que su digestión sea más eficiente.
Entre los alimentos que componen la dieta del caballo se incluyen:
los forrajes, heno y paja,
los granos y sus derivados, como el maíz, el salvado, y la avena,
los alimentos suculentos, como las zanahorias y manzanas,
los suplementos proteínicos y los aditivos
los forrajes, heno y paja,
los granos y sus derivados, como el maíz, el salvado, y la avena,
los alimentos suculentos, como las zanahorias y manzanas,
los suplementos proteínicos y los aditivos
El tipo de alimentación del caballo dependerá de su edad, tipo de actividad que realiza y estado fisiológico.
También existen alimentos comerciales o procesados para caballos, que están balanceados con los nutrientes que requiere el animal.
Un punto fundamental de la cría de caballos es la alimentación, ya que debido a la disposición o tipo de aparato digestivo, es muy propenso a sufrir de cólicos, los que llegan a provocar su muerte.
También existen alimentos comerciales o procesados para caballos, que están balanceados con los nutrientes que requiere el animal.
Un punto fundamental de la cría de caballos es la alimentación, ya que debido a la disposición o tipo de aparato digestivo, es muy propenso a sufrir de cólicos, los que llegan a provocar su muerte.
Tipos de marcha
Los caballos pueden realizar diferentes tipos de marcha cuando caminan o corren; algunos son adiestrados para ello. Por cuestiones de conveniencia se pueden dividir en dos tipos: marcha simétrica, en la cual los intervalos entre cada contacto de las patas con el suelo son idénticos y la marcha asimétrica, donde los intervalos no son iguales. Las andaduras simétricas más comunes son marcha, paso y trote. Las de tipo asimétrico son el galope y sus diversas variantes. Las dos patas traseras pisan el suelo y se levantan antes de que las patas delanteras se apoyen; cuando las patas traseras o delanteras tocan el suelo no lo hacen de forma simultánea.
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